Banderines verdes, rojos y amarillos decoraban las calles dando la bienvenida a una de las fiestas más bonitas en Madrid, la Verbena de la Paloma. No importaba la distancia, ni la diversidad climática de aquel jueves, la tecnología, acortando las distancia, nos volvió a encontrar esta vez sentados sobre una nube blanca que decoraba como un diamante fantasma el amplio cielo azul.
- Holitasssssssss – Dijo ella – ¿Viste el choque? Todo era un caos
- No, estaba entretenido mirando como el viento dibujaba formas en el cabello de la gente. ¿Que tal tu lucha contra el tabaco? ¿Probaste con un yogur?
- No, no. Con un café, y unas riquísimas galletas con semillas de sésamo, amaranto y girasol. Además, no lo necesite, estaba como pasada de revoluciones, así que ayer hice una meditación guiada curativa de Brian Weiss y me fui a dormir como un bebito. Hoy estoy más relajada.
- Óptimo. ¿y que tal salió?
- Muy bien, pero lo que más me costaba era no sentir la cabeza…
- Claro, no es raro, ahí es donde esta la sala de mando, la torre de control, con su mejor empleado, el EGO. Pero bueno, seguro en algún momento lo lograste.
- Si. Me encanto desconectarme y conectarme conmigo, entrar en un espacio lleno de sensaciones distintas, sin prisas… después me fui directo a dormir y me levanté como nueva.
- ¡Que bien Alita! ¡Que felicidad! ¿Y que tal tu día de hoy?
- Muy tranquilo, perfecto para sentarse en una nube a mirar como el viento hace figuras con el cabello de la gente… ¡Mira que hermoso vestido lleva esa mujer!
- Realmente precioso. Hablando de vestidos… ayer vi un vestido horrendo que me gustaría regalarte.
- ¿y eso?
- Me di cuenta que era hermoso, y que quedaría perfecto con tus ojos. Es un vestido que vimos con Pato mientras paseábamos vestidos de mandarina. Estaba ahí, en una vidriera… el lo vio hermoso, yo lo vi horrendo, y como estábamos tan conectados, lo dijimos al mismo tiempo… y el vestido, absolutamente despistado, dejo caer todas las flores que tenia impresas… Hoy pase de nuevo, estaba ahí, hermoso y elegante, y las flores volvieron a brotarle, cuando estén bonitas y abiertas, lo compraré para vos…
- ¿Por qué perdió las flores?
- Porque no supo que debía ser.
- ¿Cómo no supo? ¿No era un vestido?
- Si, el vestido, solo era un vestido, pero nosotros podemos crear nuestra realidad inmediata. En cuanto lo vimos, yo dije: Que feo. Pato dijo: Que Lindo. Pato puso en el escaparate un vestido lindo, yo puse un vestido feo… y el vestido perdió las flores sin saber que hacer. Tenemos el poder de determinar como será nuestra realidad mediata e inmediata. Las cosas solo son cosas, son energía “envasada” con determinada forma por decirlo de alguna manera, pero solo nosotros tenemos la capacidad de transformar esa realidad.
- ¿Y que le paso al vestido?
- Nada. Solo fue un vestido. Tan hermoso como el de aquella mujer…
Una ráfaga de viento nos despeinó y se lanzo en picada sobre el cabello ondulado de un rojo adorable de la mujer. Ambos creímos ver como se dibujaba una sonrisa.
- ¿Ves? A Pablo no se le ocurriría comprarme un vestido, por más feo que fuera. Es un imbécil.
- (Sonriendo) Cada uno hace lo que puede... e intenta encontrar sus respuestas como mejor le sale. Vaciarse de prejuicios y de juicios, es la clave. Puede que no sea el indicado, que aún le quede mucho por aprender, pero no por eso es un imbécil
- Pero con él nunca pude mantener una charla, siempre se fijo en su ombligo, siempre lo único que piensa es en sí mismo. – Soltó ofuscada.
- Puede ser. Pero tal vez no sea tan rotundo, ¿no llevan más de 4 años juntos?
- Si… No… No sé… Más o menos. Es una gran incógnita porque siendo tan madura llevamos tanto tiempo. Es que uno enamorado no se da cuenta…
- No creo que sea tan así. Se da cuenta que esta enamorado, pero no se da cuenta que necesita y quiere hacerse con el poder. Y las parejas solo funcionan cuando alcanzan el mismo nivel, cuando están “parejas” y dejan de ver quien le gana a quién, quien nutre más a quien… porque ya no necesitan endilgarse las culpas. Las culpas se fueron junto con sus egos, y el perdón y el amor ocuparon su lugar. Pero bueno, supongo que ya te darás cuenta que es un imbécil.
- (asombrada) ¿Un imbécil? No me acabas de decir que…
- Si. Pero mientras que para nosotros sigue siendo un imbécil, el habrá considerado su actuación como “Brillante”, habrá aprendido sus lecciones o habrá dejado pasar la oportunidad. Como dije, cada uno hace lo que puede y busca las respuestas como mejor le sale, algún día, todos llegaremos a Roma.
- ¿A Roma? Por lo de “Todos los caminos llevan a Roma”…
- Claro. Todo el mundo lo sabe, y esta tan sencillo y lo tenemos tan fácil de ver, que no somos capaces de verlo. Todos vamos hacia el mismo lado, cada uno a su ritmo, y por el sendero que más le guste. Después de todo, cada uno elige que quiere aprender de la vida. Y aunque la meta no es incierta, si no, igual para todos, existen infinitas bifurcaciones para llegar.
- Es que yo creo que todo lo que nos pasa es un aprendizaje y hay que recibirlo así... y tratar de entender el porque... y no enojarse. Pero bueno a veces se hace mas duro, más difícil verlo, se tienen dudas…
- Y supongo que es parte de nuestro proceso y nuestro aprendizaje, y no hay que enojarse tampoco con uno por eso... Ensayo y error, estás aprendiendo, y la duda, el cuestionamiento, es parte del proceso... sin eso, no hay forma de asimilar el nuevo conocimiento, porque se volvería un dogma en el que creer ciegamente, y no un camino de conocimiento y aprendizaje. Además, esta bien dudar del camino elegido, porque siempre, todos los caminos, son correctos y en cada uno se esconde una lección. Hay que tener la capacidad de desandar lo andado y volver a elegir. Elegir el camino del miedo, del valor, de la felicidad, del sufrimiento, de la riqueza o la pobreza, no importa que camino elijas porque en definitiva, vas a llegar, y para llegar hay recorrerlos todos y comprobar que todos, son el mismo. Llegamos ¿bajas conmigo?
Nos dimos la mano y empezamos a caminar por el adoquinado, al doblar la esquina, no nos sorprendimos al ver a la pelirroja del vestido posando para una junto a la Fontana. El viento nos despidió con un guiño, dibujando otra sonrisa en su cabello.
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